Año de Nuestro Señor de 1347
Cuando el padre de Bella -duque de Westfaire- regreso de uno de sus viajes, dio la noticia de que se había comprometido con una mujer importante, llamada Sibylla, a Bella no le preocupaba que su padre se fuese a casar, ni que la prometida le robara la atención de su padre, lo único que sí le preocupaba era que esa mujer sería la nueva dueña de Westfaire. Cuando Bella conoció a Sibylla -la prometida de su padre – no predijo la magnitud de malicia que permanecía en ella, y a pesar de que sería la dueña del castillo, Bella se esforzaba por no odiarla, pero ese esfuerzo no fue suficiente, ya que Sibylla en complicidad con su madre se dedicaron a molestarla. Lo primero fue el despojo de su habitación, la cual se encontraba en el lado de la cocina, muy alejada de los aposentos de su padre, para esto la madre de Sibylla puso como excusa que los aposentos de una novia decente no pueden estar situados en cercanía con los del prometido, y como la habitación de Bella era la única alejada y disponible, se la quitaron, lo segundo fue la orden que dio el duque de mandar matar a refunfuñon, esta orden fue planeada por Sibylla con el pretexto de que era alérgica a los gatos, y por último -hasta el momento- fue el intento de asesinato en contra de Bella.
Cuando despojaron a Bella de su habitación, ella decidió quedarse en una de las torres del castillo en la cual encontró, en un hueco en la pared, una cajita con hilos de distinto color, agujas y una carta que iba dirigida a ella firmada por Elladine de Ylles -su madre-. Cuando Bella leyó la carta, descubrió que su madre no se suicido y no la abandono por gusto, que el duque la había encerrado en la torre cuando ella se negó a que Bella fuera bautizada, que era un hada y que la estaría esperando por siempre, además le conto de los dones que sus tías hadas le habían regalado; uno era la belleza, otro el encanto y otro la inteligencia, también le dijo que le había dejado todo lo necesario para que la encontrara. En esta misma carta Elladyn le confiesa a Bella sobre la maldición que su tía Carabosse había arrojado sobre ella, dicha maldición fue modificada lo mejor posible por Joyeause una tía-abuela de Bella, la maldición decía: “Cuando la hermosa hija del duque Phillip alcance la edad de dieciséis años, se pinchará el dedo con el huso de una rueca y quedará dormida durante cien años, hasta que la despierte el beso de un encantador príncipe”. Bella tras leer la carta se lleno de temor y de más dudas.
Noches después, se llevo a cabo una cena en el castillo para celebrar el compromiso entre el duque de Westfaire y Sibylla, en esta cena Bella mostro una de las páginas de la carta de su madre, en esta página Elladine decía que estaba bien, que la quería, la extrañaba y que la estaría esperando, Bella les hizo creer a todos que la carta había sido enviada un par de días antes de la cena, con esto el duque se enfado con Bella y la mando encerrar en la torre, pero antes de que la orden fuera ejecutada, Bella se apodero de una soga, la cual era lo suficientemente larga para llegar desde lo alto de la torre hasta el piso de los establos, con esta soga ella escapaba todos los días de su encierro -vestida como hombre- para trabajar en los establos, un día encontró tela de seda negra y utilizo el hilo negro que su madre le había dejado, para coser una capa, la cual gracias al hilo –cuando Bella se la colocaba- la hacía invisible. Con dicha capa ella pudo caminar por los pasillos y entrar a los comedores y habitaciones, sin que nadie la notara.
Una tarde la torre empezó a arder en llamas y todos se preocuparon por Bella, menos el padre Raymond, quien ya sabia que Bella se escapaba cada mañana, Bella sabia que el incendio había sido provocado por Sybilla y su madre, ya que en una ocasión las escucho planeando la manera en que se desharían de ella para quedarse con su dote. Con este intento de asesinato Bella se dio cuenta de que era preciso dejar el castillo y buscar a su madre, pero al mismo tiempo tenía miedo de lo que tendría que afrontar sola durante la búsqueda.