
Los hombres Mosuo no se sienten menos importantes que las mujeres ni sienten que ocupan un ligar inferior dentro del hogar, ellos consideran que el mando y el manejo de la economía se encuentran mejor en manos de las mujeres ya que ellas son más responsables. A ellos no les es importante vivir con la madre de sus hijos, de hecho no les interesa, ya que se sienten más cómodos y seguros en la casa de la madre.
Los hombres Mosuo cuentan que durante la Revolución Cultural en 1966, los encargados político-militares obligaban a casarse a quienes ellos consideraban que debían hacerlo. Al conyugue que se atrevía a abandonar el hogar lo hambreaban quitándole su ración de granos. Mientras que en toda China intentaban abolir la costumbre de matrimonios por arreglo, a los Mosuo los presionaban para integrar un tipo de familia que no les interesaba y cambiar los roles de poder. Esto no funciona por mucho tiempo, ya que en cuanto los encargados abandonaron la aldea, cada uno de los conyugues abandonaron dicho hogar para regresar a casa de las madres.
En la actualidad existe una familia en la cual un hombre –el padre de las hijas- vive con ellas y con la madre, este es un caso especial, y se debe a que la mujer solo tiene hijas mujeres y ningún varón que le ayude con las labores pesadas, a este hombre la mujer y sus hijas lo mantienen y no le prohíben casi nada, acepto que salga mucho de la casa y juegue con los amigos, cuando esto pasa, ellas dejan de darle dinero.
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